Autora de clásicos adolescentes como "Cuentos para leer sin rimmel" o "Cuentos para Verónica" -que se convirtió en la segunda obra más vendida en el país después del "Martín Fierro"-, la escritora Poldy Bird regresa a la literatura con un nuevo libro, "Pasa una mujer", al que se le suma la flamante reedición de otros cinco títulos.
Convertida casi en un ícono de la Feria del Libro -el evento que la reencuentra todos los años con un público que la idolatrata cual deidad griega-, la escritora se hizo conocida hace cuatro décadas por un conjunto de cuentos de factura sencilla que tenían como temática recurrente el amor y sus desencantos.
Ese mismo registro se despliega en las páginas de "Pasa una mujer", una serie de relatos breves y textos de origen autobiográfico que, una vez más, demuestran su fidelidad a los tópicos que se convirtieron en su marca literaria.
"A mí me gusta abordar los llamados temas esenciales. Por eso, en todos estos años casi no me he apartado de un núcleo que incluye dos o tres cuestiones básicas: el tema de los padres, el de los hijos y el eterno conflicto del amor", destacó Bird en diálogo con Télam.
Y, como en obras anteriores, "Pasa una mujer" -recién editado por Del Nuevo Extremo- se inicia con una evocación de su madre, fallecida trágicamente en un accidente de tren: "La literatura siempre ha funcionado como un espacio paralelo, no sólo para reencontrarme con mi mamá sino también con mis miedos, mis limitaciones y mis logros", explicó.
El sello acaba de relanzar otros cinco títulos de la autora -"Ventanas", "Mariposas encerradas en mí", "Cuentos de amor", "Es tan largo el olvido", "Durará lo que dure el mundo" y "Palabras para mi hija adolescente"- a los que en los próximos meses se sumará la reedición de la totalidad de su obra.
La vida de Bird está signada por la literatura pero también por los golpes: primero la muerte de su madre cuando tenía apenas ocho años y más tarde la de su marido, que la obligó a criar en soledad a su hija Verónica, la destinataria de todos sus libros.
A los 16 años ya había publicado su primer cuento y a los 17 años comenzó a trabajar profesionalmente para distintos diarios y revistas. A "Cuentos para Verónica" (1969), que vendió 2.000.000 ejemplares y ya fue reeditada 26 veces, se sucedieron "Cuentos para leer sin rimmel", "Cuentos de amor", "Palabras para mi hija adolescente" y "Mariposas encerradas en mí", entre otras.
"Creo que tomo temas que quizá la mayoría de los escritores consideran que son de 'poca monta' pero que para mí son importantes. No pretendo escribir la 'gran historia' sino basarme en lo que me sucede, en lo que estoy viviendo y en lo que pasa a mi alrededor", indicó.
"Siento que escribo sobre el filo de la navaja: siempre parezco al borde de la cursilería -que por otra parte odio- pero nunca caigo en ella. Y mantener ese delicado equilibrio no es tarea fácil", aseguró Bird.
La ausencia de grandes artilugios literarios en su prosa y la indudable capacidad vendedora de sus obras le valieron por momentos indiferencia o cierto desdén por parte de la crítica, pero a la escritora nunca pareció inquietarla esta disociación entre el público y los suplementos literarios.
"Los críticos por lo general impugnan aquello que se puede enrolar dentro de una literatura de sentimientos. En ese sentido, creo que si tuvieran real predicamento, yo no hubiera vendido ni dos libros. Afortunadamente, creo que los lectores definen sus gustos literarios a partir de otros criterios", señaló.
"Hubo un crítico, por ejemplo, que hace unos años hizo el comentario de un libro mío con todo el sarcasmo posible. Esa persona se convirtió en rector de una universidad y hace un tiempo me envió una carta para pedirme disculpas porque había releído el libro y ya no le disgustaba", recordó Bird.
Para la escritora, en cambio, lo que cuentan son las opiniones de sus fieles lectores: "Hace unos días en la Feria del Libro se acercó una chica al escritorio donde estaba firmando ejemplares y me dijo: "¿Cómo hacés para espiar lo que yo siento? Me pareció el mejor elogio que me hicieron en mi vida", concluyó Bird.
Convertida casi en un ícono de la Feria del Libro -el evento que la reencuentra todos los años con un público que la idolatrata cual deidad griega-, la escritora se hizo conocida hace cuatro décadas por un conjunto de cuentos de factura sencilla que tenían como temática recurrente el amor y sus desencantos.
Ese mismo registro se despliega en las páginas de "Pasa una mujer", una serie de relatos breves y textos de origen autobiográfico que, una vez más, demuestran su fidelidad a los tópicos que se convirtieron en su marca literaria.
"A mí me gusta abordar los llamados temas esenciales. Por eso, en todos estos años casi no me he apartado de un núcleo que incluye dos o tres cuestiones básicas: el tema de los padres, el de los hijos y el eterno conflicto del amor", destacó Bird en diálogo con Télam.
Y, como en obras anteriores, "Pasa una mujer" -recién editado por Del Nuevo Extremo- se inicia con una evocación de su madre, fallecida trágicamente en un accidente de tren: "La literatura siempre ha funcionado como un espacio paralelo, no sólo para reencontrarme con mi mamá sino también con mis miedos, mis limitaciones y mis logros", explicó.
El sello acaba de relanzar otros cinco títulos de la autora -"Ventanas", "Mariposas encerradas en mí", "Cuentos de amor", "Es tan largo el olvido", "Durará lo que dure el mundo" y "Palabras para mi hija adolescente"- a los que en los próximos meses se sumará la reedición de la totalidad de su obra.
La vida de Bird está signada por la literatura pero también por los golpes: primero la muerte de su madre cuando tenía apenas ocho años y más tarde la de su marido, que la obligó a criar en soledad a su hija Verónica, la destinataria de todos sus libros.
A los 16 años ya había publicado su primer cuento y a los 17 años comenzó a trabajar profesionalmente para distintos diarios y revistas. A "Cuentos para Verónica" (1969), que vendió 2.000.000 ejemplares y ya fue reeditada 26 veces, se sucedieron "Cuentos para leer sin rimmel", "Cuentos de amor", "Palabras para mi hija adolescente" y "Mariposas encerradas en mí", entre otras.
"Creo que tomo temas que quizá la mayoría de los escritores consideran que son de 'poca monta' pero que para mí son importantes. No pretendo escribir la 'gran historia' sino basarme en lo que me sucede, en lo que estoy viviendo y en lo que pasa a mi alrededor", indicó.
"Siento que escribo sobre el filo de la navaja: siempre parezco al borde de la cursilería -que por otra parte odio- pero nunca caigo en ella. Y mantener ese delicado equilibrio no es tarea fácil", aseguró Bird.
La ausencia de grandes artilugios literarios en su prosa y la indudable capacidad vendedora de sus obras le valieron por momentos indiferencia o cierto desdén por parte de la crítica, pero a la escritora nunca pareció inquietarla esta disociación entre el público y los suplementos literarios.
"Los críticos por lo general impugnan aquello que se puede enrolar dentro de una literatura de sentimientos. En ese sentido, creo que si tuvieran real predicamento, yo no hubiera vendido ni dos libros. Afortunadamente, creo que los lectores definen sus gustos literarios a partir de otros criterios", señaló.
"Hubo un crítico, por ejemplo, que hace unos años hizo el comentario de un libro mío con todo el sarcasmo posible. Esa persona se convirtió en rector de una universidad y hace un tiempo me envió una carta para pedirme disculpas porque había releído el libro y ya no le disgustaba", recordó Bird.
Para la escritora, en cambio, lo que cuentan son las opiniones de sus fieles lectores: "Hace unos días en la Feria del Libro se acercó una chica al escritorio donde estaba firmando ejemplares y me dijo: "¿Cómo hacés para espiar lo que yo siento? Me pareció el mejor elogio que me hicieron en mi vida", concluyó Bird.
Grandiosa! ♥
Yami, Rochi, Aye